Bioconstrucción para la cooperación

Hace 4 años se creó un orfanato escuela en Ruai, a las afueras de Nairobi (Kenia). Empezaron dando pequeños pasos para conseguir acoger y educar a pequeños y pequeñas de las calles de Nairobi y poder ofrecerles una oportunidad para su futuro. A lo largo de este tiempo el proyecto ha ido creciendo poco a poco, con construcciones temporales de chapa metálica, letrinas, pozo para el agua, etc.

A principios de este año una ONG española que organiza viajes solidarios llamada “Viajes Tumaini” me contactó para gestionar las obras de mejora de los dormitorios donde duermen los niños y niñas empleando criterios de bioconstrucción. Gracias a las donaciones de varias personas y alguna empresa, la ONG consiguió reunir dinero suficiente para poder llevar a cabo estas mejoras en los dormitorios.

Así que el 2 de junio aterricé en Nairobi con la intención de pasar 4 meses y realizar los trabajos de mejora de los dormitorios intentando emplear criterios de bioconstrucción como emplear materiales locales, recuperar conocimientos ancestrales, no emplear materiales tóxicos, etc.

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Lo que me encuentro al llegar es un edificio de estructura metálica con cerramientos de chapa metálica tanto en paredes como en techo, lo que se traduce en una construcción sin ninguna inercia térmica, que se calienta mucho cuando recibe radiación solar y se enfría rápidamente en la noche.

Mi propuesta después de unas semanas valorando las diferentes posibilidades y materiales disponibles, fue la de realizar una quincha rellena con tierra del lugar y paja de arroz, terminado con revestimientos de tierra, arena y cal para el exterior y tierra y arena para el interior.

Explicar las propiedades de la construcción con tierra fue uno de los mayores retos que tuve, en general todo el mundo que le comentaba que quería construir con tierra me miraba como si estuviera loco. La imagen de la tierra como material de construcción esta asociado a construcciones muy precarias de las zonas rurales y los barrios marginales, para la mayoría de la gente es como un retroceso al pasado arcaico de donde quieren escapar y entrar en el “mundo moderno” prefiriendo utilizar materiales como la chapa metálica que es mucho peor desde cualquier punto de vista (comportamiento térmico, estanqueidad, precio, impacto ambiental, etc).

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Era fundamental hacer entender las propiedades que aporta la tierra como material de construcción, como su comportamiento térmico y de acumulación de calor, la capacidad de regular la humedad relativa gracias a su higroscopicidad, absorbe malos olores, atenúa campos electromagnéticos, su fácil y abundante disponibilidad, la no necesidad de maquinaria para trabajarla, etc.

Antes de ponernos manos a la obra hay que realizar las pruebas sobre la tierra con el fin de llegar a la formulación adecuada entre tierra, arena y cal para conseguir un buen revoque, sin que se fisure, se sople y con la suficiente resistencia. También me sirvió para enseñar directamente cual sería el acabado real e ir así ganándome la confianza de la gente local, que poco a poco fueron entendiendo de lo que les estaba proponiendo.

Para la ejecución de la quincha conté tanto con la ayuda de gente local, como un par de carpinteros para el reforzamiento de la estructura de madera, ayudantes para preparar mezcla de barro paja y aplicarla en la quincha y revocadores convencionales a los que enseñé como revocar con tierra, arena y cal, tanto la ayuda de los voluntarios que pasaron por el proyecto y los niñ@s del orfanato que también querían ayudar.

Finalmente y tras la aplicación de la pintura a la cal, la habitación de los niños quedó terminada. La gente que venía a ver la habitación finalizada no podían creer que fuera de tierra y se mostraron muy interesados en la técnica y el proceso de construcción para poder replicarlo en sus casas.

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Diego Albizu Izudiaga, Ingeniero en Telecomunicaciones, Máster en Bioconstrucción, IEB, con experiencia como bioconstructor con tierra en Suramérica y África, actualmente  colaborador de okambuva.

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